El Crimen Perfecto: El Asesinato de María Ángeles Molina
María Ángeles Molina era una psicópata, una mujer sin empatía ni remordimientos. Aunque muchos psicópatas viven entre nosotros sin cometer delitos, María Ángeles tenía un plan maquiavélico. Era una mujer ambiciosa y manipuladora dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguir lo que deseaba. Escucha la nueva temporada del podcast de Pasión que Mata dando CLICK AQUÍ.
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Nacida en Zaragoza en 1968, María Ángeles aspiraba a formar parte de una familia adinerada y de abolengo a pesar de su origen humilde. Para mantener su lujoso estilo de vida, empezó a ofrecer servicios íntimos para ganar dinero. Durante un viaje a Canarias, conoció a Juan Antonio Álvarez, un argentino residente en España y propietario de un hotel en Playa del Inglés. María Ángeles se convirtió en su esposa y parecía tener una vida perfecta.
Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar cuando tuvieron una hija y las finanzas se volvieron problemáticas. María Ángeles derrochaba el dinero de su esposo y él cada vez estaba más frustrado. Pensó en divorciarse, pero temía perder el contacto con su hija. Poco después de hablar de su divorcio con amigos cercanos, Juan Antonio fue encontrado muerto en su casa.
María Ángeles Molina: la psicópata sin remordimientos
La muerte de Juan Antonio parecía inicialmente un suicidio, pero algo no cuadraba. María Ángeles vendió todas las acciones de su esposo y cobró una gran suma de dinero poco después de su muerte. La policía la consideró sospechosa, pero no encontraron pruebas en su contra. María Ángeles se mudó a Barcelona con su hija y continuó con sus planes ambiciosos.
En Barcelona, María Ángeles entabló amistad con Ana María Páez, una compañera de trabajo. Aprovechando su acceso a información confidencial de la empresa, María Ángeles suplantó la identidad de Ana María. Abrió cuentas bancarias, solicitó créditos y adquirió seguros de vida millonarios a nombre de Ana María. Su objetivo final era asesinar a Ana María y tomar su lugar en la vida.
El crimen perfecto y su descubrimiento
María Ángeles contrató a dos hombres y les pagó para que proporcionaran muestras de semen en recipientes de plástico. Luego, invitó a Ana María a una cena en un departamento alquilado, donde cometió asesinato, la drogó y asfixió hasta la muerte. Después de cometer el crimen, María Ángeles dejó el lugar apresuradamente, olvidando una peluca que llevaba puesta y que contenía su ADN.
El asesinato de Ana María fue descubierto y la policía inició una investigación. A través del análisis de ADN de la peluca y la investigación del alquiler del departamento, las sospechas recayeron sobre María Ángeles. Además, encontraron pruebas que la vinculaban con los seguros de vida y los créditos fraudulentos.
El juicio y la condena de María Ángeles Molina
En el juicio, María Ángeles se declaró culpable y fue condenada a 22 años de prisión. Aunque sus amigos y familiares creían que también era responsable del asesinato de su esposo, no se pudo probar su culpabilidad. La historia de María Ángeles Molina se convirtió en un ejemplo de crimen perfecto, aunque en realidad la investigación fue clave para descubrir la verdad.
Este caso ejemplifica la importancia del perfil criminológico y del método científico en la resolución de crímenes. A pesar de los años que llevó desenmascarar a María Ángeles, la justicia prevaleció. La historia de esta mujer despiadada y ambiciosa nos recuerda que el crimen perfecto no existe, solo investigaciones imperfectas que, con el tiempo, pueden llevar a la verdad.