Mitos y Leyendas: La Pincoya

- Genny de Bernardo te comparte la leyenda de la Pincoya.
- La esposa del rey de los mares visita a sus padres para que conozcan a un bebé, pero algo sale mal.
- El bebé se transforma y su madre no puede con el dolor de perderla, pero su esposo le dice que observe el mar.
Huenchula, la consorte del monarca de los océanos, había compartido un año junto a su esposo, el Millalobo.
La reciente llegada de su hija, un nuevo vínculo de amor y misterio, la impulsaba a llevarla a la morada de sus abuelos en tierra firme.
Cargada con la bendición de su bebé y numerosos obsequios enviados por el Millalobo en una señal de reconciliación por el rapto de su hija, Huenchula llegó a la puerta de la humilde cabaña.
La apertura de la puerta desató una efusión de alegría. Abrazos, palabras superpuestas y risas emocionadas llenaron el ambiente.
Visita a los abuelos

Los abuelos ansiaban conocer a su nieta, pero esta se hallaba cubierta con mantas, oculta a las miradas mortales.
Huenchula, en un gesto protector, les relató con detalle las maravillas de su pequeña y dejó que escucharan sus encantadores balbuceos, pero les negó la visión directa de la niña.
Sabían que esta no era una niña común, sino la hija del rey del Mar, dotada de un carácter mágico sujeto a estrictas leyes.
Sin embargo, en un momento de debilidad, mientras la niña quedaba momentáneamente sola en busca de los regalos, los abuelos no pudieron resistir la tentación.
La pequeña cambia de forma

Se aproximaron sigilosamente a la cuna de su nieta y levantaron apenas una esquina de las mantas, pensando que no habría daño en una breve mirada.
La bebé irradiaba la belleza y la alegría del mar en un día soleado. Los abuelos no quisieron cubrirla ni apartarla de su vista, pero su felicidad fue interrumpida por los gritos de Huenchula al regresar y descubrir la indiscreción.
Bajo la mirada de los abuelos, la niña se disolvió gradualmente, transformándose en agua cristalina.
Huenchula tomó a su hija de agua en la cuna improvisada de mantas y se retiró llorando hacia la orilla del mar.
La Pincoya, el espíritu misericordioso del mar

Con profundo pesar, volcó los regalos en el mar y se sumergió entre lágrimas y olas hasta donde el Millalobo la esperaba con amor y tranquilidad.
El Millalobo la consoló y le dijo: «¿Por qué no miras hacia atrás?». Entonces, apareció la Pincoya, su hija, que el mar había hecho crecer de un solo golpe.
Era ahora una adolescente con cabellos dorados y el mismo encanto que tenía cuando era un bebé recién llegado al mundo.
Desde ese momento, la Pincoya habitó el mar en forma de un espíritu benevolente.
Protectora en los mares

Cuando los pescadores enfrentaban tormentas, ella calmaba sus ánimos. Cuando la gente se perdía lejos de la costa, la Pincoya les guiaba de regreso. Cuando alguien naufragaba, ella los rescataba.
Junto a sus hermanos, la Sirena y el Pincoy, se aseguraba de que los náufragos regresaran a salvo a sus hogares.
Sin embargo, en ocasiones, incluso ellos tres llegaban demasiado tarde.
En esos momentos, recogían con ternura los cuerpos sin vida y los llevaban al Caleuche, el buque fantasma habitado por los hombres que nunca abandonarían el mar.
La leyenda de la Pincoya

Las noches de luna llena prometían maravillas. La Pincoya, vestida con algas, danzaba en la orilla.
Si su danza se dirigía hacia el mar, auguraba escasez de pesca, pero si lo hacía frente al mar, vaticinaba abundancia de peces y mariscos.
Aquellos afortunados que presenciaban su danza eran bendecidos con un toque de magia en sus vidas.
Mitos y Leyendas se despide de ti por el momento y espera que la leyenda de la Pincoya te haya gustado. ¡Nos vemos en el siguiente relato!

