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Edmund Kemper, El Asesino de las Colegialas-Crímenes de Terror

Edmund Kemper es un asesino en serie que cometió la mayoría de sus ataques entre 1964 y 1973, convirtiéndose de esta manera en uno que (...)
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Edmund Kemper es un asesino en serie que cometió la mayoría de sus ataques entre 1964 y 1973, convirtiéndose de esta manera en uno de los criminales más buscados de Estados Unidos, así como en uno de los asesinos más temidos de California.

Kemper es conocido como El Asesino de las Colegialas o Co-ed Killer o el Ogro de Aptos, haciendo alusión a dos hechos que distinguieron a este asesino de otros: sus víctimas fueron, en su mayoría, mujeres jóvenes y estudiantes de universidad, y su altura sobrepasaba los 2.06 metros.

Edmund Kemper: Los primeros años de un asesino en serie

La sombra de un criminal con un cuchillo
Shutterstock

Edmund Emil Kemper III nació el 18 de diciembre de 1948 en Burbank, California; sus padres, Edmund Jr. y Clarnell Kempel, siempre mantuvieron una relación tormentosa, y muy pronto Edmund mostró una inclinación hacia la tortura de insectos y animales. Estas tendencias incrementaron de manera considerable con el paso de los años, manifestando fantasías de observar y matar a personas.

Ante el divorcio de sus padres y el aumento en sus tendencias violentas, la vida de Edmund Kemper estuvo llena de abusos verbales por parte de su madre, quien lo consideraba una persona peligrosa y “rara”; más tarde, intentó retomar la relación con su padre, pero este había formado ya una nueva familia.

Sus primeros asesinatos

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Cuando su padre no pudo recibirlo en su nuevo hogar, lo envió a casa de sus abuelos, quienes mostraron hostilidad hacia su nieto. Según las declaraciones de Kemper, su abuela paterna siempre lo humilló, y su abuelo era ya un hombre viejo que también recibía abusos emocionales.

El 27 de agosto de 1964, cuando Edmund era apenas un joven de 15 años, entró en una discusión con su abuela y, cansado de sus abusos, tomó un rifle con el que cazaba animales y le disparó en tres ocasiones. Unas horas más tarde, hizo lo mismo con su abuelo. Ese día se entregó a las autoridades, quienes lo enviaron a un hospital de máxima seguridad, donde aprendió los mayores secretos para aprobar exámenes psiquiátricos y matar a mujeres sin que nadie sospechara de él.

El despertar de nuevos instintos asesinos

Una mano de un cadáver dejado por un criminal
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Los psiquiatras a cargo de su evaluación abogaron porque el joven permaneciera bajo vigilancia de las autoridades, pero Edmund Kemper fue puesto en libertad condicional. En su juventud, ingresó a una universidad comunitaria, con deseos de ingresar a las fuerzas policiales de California, y aunque esto no pudo ocurrir debido a su estatura, Kemper logró establecer contacto con trabajadores del Departamento de Transporte de California.

 Tiempo después, Edmund Kemper observó a un grupo de estudiantes a la vereda de una carretera; durante varios meses, transportó a numerosas mujeres en su auto sin hacerles daño, pero fue en ese periodo que comenzó a sentir la urgencia de matar nuevamente. 

La segunda ola de asesinatos de Edmund Kemper, El Asesino de las Colegialas

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Entre 1972 y 1973, Edmund Kemper mató a seis jóvenes universitarias; en la mayoría de los casos, el asesino las encontraba en la vereda de la carretera. Entre sus víctimas se encuentran: Mary Ann Pesce y Anita Luchessa, dos estudiantes a quienes ofreció llevar a la Universidad de Stanford en su auto; Aiko Koo, una joven de 15 años que había perdido el autobús y decidió aceptar viajar con Kemper; Cindy Schall, una adolescente a quien también se encontró en la carretera. Sus dos últimos asesinatos antes de matar a su propia madre fueron Rosalind Thorpe y Allison Liu.

El 20 de abril de 1973, Edmund Kemper dio el último de sus golpes: esperó a que su madre se durmiera para atacarla con un martillo y degollarla con una navaja. Para no levantar sospechas, y decir que su madre había salido de vacaciones, invitó a una amiga de esta para matarla y obtener así una coartada. Sin embargo, unos días más tarde fue él mismo quien se entregó a la policía y confesó estos asesinatos.

Juicio y sentencia

Un martillo con un libro como concepto de juicio de criminal
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Edmund Kemper, quien para entonces ya se había ganado el sobrenombre de El Asesino de las Colegialas, confesó todos sus crímenes. Ante esto, su defensa únicamente pudo solicitar un diagnóstico de enfermedad mental para evitar una condena más grave, pero los psiquiatras asignados a su caso nunca lo declararon mentalmente incapacitado para discernir acerca de sus acciones.

La sentencia llegó el 8 de noviembre de 1973. Edmund Kemper solicitó la pena de muerte y tortura, pero el jurado deliberó que la sentencia más justa era de siete años a cadena perpetua por cada cargo de asesinato. Actualmente se encuentra en el Instituto Médico de California en Vacaville, donde ha intentado suicidarse en más de tres ocasiones.

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