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Especial: El efecto de la deportación en las familias hispanas de Georgia

Si bien no hay estadísticas precisas, el conocimiento popular asegura que la mayor parte de los casos las familias se rompen para siempre.
2019-04-02T16:25:42+00:00
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Cuando Vanessa conoció al padre de sus hijos asumió, quizás sin expresarlo, el riesgo que implicaba que ella, nacida en Estados Unidos, uniría su vida a alguien que llevaba casi 10 años como indocumentado. En aquel momento, el amor borró todo temor a lo que podría suceder si un día algo llamado ‘deportación’ les cambiaba sus vidas para siempre.

Así formaron un hogar: casa, hijos, carros, mascotas, deudas, negocio… hasta que una tarde, a mediados de 2018, una llamada le alertó sobre lo que sabían que podría suceder pero para lo cual jamás se prepararon: su esposo había sido detenido por manejar sin licencia de conducción y se enfrentaba a la deportación.

Y así sucedió. Tras un doloroso proceso, el marido de Vanessa fue regresado a su natal México, desde donde en un principio no se perdió la comunicación, ni con ella ni con los niños. Semanas después, boleto aéreo en mano, Vanessa prácticamente se disponía a volar al encuentro con el que aún creía su esposo, para definir el futuro de la relación.

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Pero la disposición no llegó más allá. Vanessa guarda un crédito de su pasaje. No voló a México. El joven con el cual juntó su vida con apenas 18 años y con quien tuvo dos retoños como fruto de una relación de un lustro había decidido rehacer su vida y formar otra familia, sin siquiera una llamada para informarlo. Las redes sociales lo delataron.

VIDAS SEPARADAS

La realidad de Vanessa es una de las consecuencias de la deportación de inmigrantes indocumentados en EE.UU y de la cual no todos hablan: el quebrantamiento de la relación marital y de padres a hijos, después que son sacados del país. Si bien no hay estadísticas precisas, el conocimiento popular asegura que es la mayor parte de los casos.

¿Qué provoca que se rompa ese vínculo luego de la separación? ¿Existen barreras emocionales o físicas que impiden que desde sus países de origen la relación perdure?¿Es una cuestión cultural o de circunstancias?¿Por qué unos sí perseveran y otros se rinden, en ocasiones con tanta rapidez?

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En busca de respuestas MundoHispánico conversó con Adelina Nicholls, directora ejecutiva de la Alianza Latina por los Derechos Humanos en Georgia y quien tiene una basta experiencia de 20 años en la defensa de los inmigrantes indocumentados en el estado y el seguimiento de situaciones de este tipo.

“Todo parte del agresivo tratamiento a la comunidad inmigrante, lo que lleva a la separación de las familias y con ello al rompimiento del vínculo entre las parejas. Nosotros hemos tratado casos así, que es parte del impacto de la deportación: esposas que quedan sin esposo, y viceversa, o hijos sin padres”, recuerda.

separación familias deportación
Para la activista todo forma parte del agresivo tratamiento a la comunidad inmigrante. Foto: Hanoi Martínez/MH

Quienes deciden separarse lo harían bajo el precepto de que un reencuentro es, en la práctica, imposible. Cada vez serían menos los que optan por el regreso luego de ser deportados. “Los castigos han aumentado para quienes vuelven a entrar, por tanto les deja de funcionar el vínculo matrimonial”, lamenta.

Varios ejemplos guarda en la memoria Nicholls y a ellos se refiere: “Sé de muchos que han seguido a su pareja luego que es deportada, venden todo lo que tienen y se regresan, pero también sé de quienes deciden quedarse, pues hay hijos que nacieron aquí, que tienen sus vidas aquí; también he conocido a quienes están sin padres“, dice.

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El estudio más reciente del que se tiene conocimiento en Georgia data de 2014, cuando más de 77,000 niños quedaron sin sus padres tras ser deportados. Prácticamente la cuarta parte de esa cifra representa la deportación uno de ambos progenitores, o sea, el otro quedó solo con los niños. En la actualidad esos números se habrían duplicado.

Al parecer, en Georgia los hombres son más deportados que las mujeres. Tal vez por estar más expuestos al salir a la calle en busca del pan diario, mientras sus esposas velan por el cuidado de sus hijos en casa. Muchas veces, esta situación propicia que las mujeres no trabajen o lo hagan a medio tiempo, como hacía Vanessa.

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Y en ello radica uno de los mayores impactos del rompimiento del vínculo padre-madre-hijos. Mujeres que de la noche a la mañana se deben enfrentar a quehaceres que no son los acostumbrados. Por ejemplo, Vanessa quedó con tres carros y un negocio de plomería -con todas las herramientas- que atender. ¿Resultado? Lo tuvo que vender todo.

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VOLVER A COMENZAR

Es como un nuevo comienzo, cuando ya se ha caminado buena parte de la vida. Con dos hijos a los cuales proveer, la joven Vanessa no podía darse el lujo de perder el tiempo en lamentos. Consiguió un trabajo de tiempo completo, al cual llega en su propio carro, mientras a sus nenes los cuidan en una suerte de ‘day care’ en una casa.

Su drama pareciera resuelto, pero no es así. La vida de divorciada-abandonada le trae nuevos conflictos. Pareciera como si nadie quisiera una relación con una mujer que es madre de dos niños, pero sus hijos necesitan una figura paterna y ella lo sabe; sin embargo, es difícil encontrarla en los jóvenes de hoy.

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Y Vanessa se siente sola y lo está. A pesar de que sus hijos tienen tíos y abuelos por parte del padre deportado, es como si no existieran para ellos. Junto al progenitor llevado por la fuerza a México, en Estados Unidos sus niños perdieron también los lazos de comunicación con quienes se decían familia paterna. Fue un divorcio multilateral.

Por tanto, asume aquello de ‘madre soltera’ como si fuera el destino para sus días. Es padre y madre a la vez; trabaja en la calle y cuida sola de sus hijos en casa… Es el efecto de una causa que asumió años atrás, cuando encontró el amor en alguien de quien podrían separarle -y lo sabía-, y así lo hicieron, al parecer, para siempre.

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